top of page

El camino hacia mí: una búsqueda personal de pistas

En algún momento dejé de sentirme yo mismo. No todos a la vez. Estaba tranquilo. Lento. Tan discreto que casi no me di cuenta. Y aún así había este sentimiento:

 

Falta algo.

 

Yo era tanto. Mamá. Cariñoso. Organizadores. Fortaleza. Marcha. Estuve allí para todos.

Pero no para mí.

 

Y si soy sincero, para mí eso estuvo bien durante mucho tiempo. O digamos: pensé que tenía que ser así. Que es solo parte de ello, que tengo que hacerlo, que es amor.

Pero con el tiempo se produjo un ligero tirón. Como si algo dentro de mí dijera: “¿Y dónde has ido?”

 

El momento en que comencé a mirar realmente fue cuando me di cuenta:

La relación en la que estoy ya no me parece mía. Ya no era yo. Simplemente era parte de ello. Enredado en un constructo que mantuve porque pensé que tenía que ser así.

Pero me di cuenta: una relación no me define. No si me pierdo en ello.

No si ya no me reconozco.

Y eso fue difícil. Pero fue honesto y fue el comienzo. Ni siquiera sabía exactamente qué me pasaba.

Lo único que sabía era que me había perdido entre cajas de almuerzo y zapatos de niños, entre listas de cosas por hacer y vacío interior. Y lo más loco es que me daba vergüenza.

Porque hice todo “bien”, porque fui fuerte y porque debía estar agradecido.

Pero estaba cansado, y no sólo físicamente. Estaba cansado de mí mismo, de lo que exigía de mí mismo, de lo que creía que tenía que ser.

 

Comencé a retraerme en silencio. Por la mañana intenté no mirar directamente el móvil, tomé un café solo, sin tarea, sin ningún ruido.

Me pregunté: “¿Cómo me siento ahora mismo?” y muchas veces venía: "Ni idea" o: Vacío. Pero eso estaba bien.

Fue un comienzo.

Empecé a escribir de nuevo. Sentimientos. Pensamientos. Sólo para mí. Y a menudo era caos. Pero era mi caos.

 

Me pregunté qué es lo que realmente me gusta. No es lo que sabes de mí. No es lo que se ajusta a mi modelo a seguir. Pero, ¿qué me hace ser quien soy cuando nadie me mira? Y lloré.

Ni una sola vez.

A menudo.

Recordé cómo me sentía antes de intentar serlo todo.

Y allí estaba de nuevo: ese anhelo por mí mismo, por autenticidad, por paz, por dentro.

Todavía estoy en el camino, pero he comenzado y eso es lo que cuenta. No he terminado

Tengo contratiempos, dudas, enojos. Pero también tengo momentos en los que estoy completamente en paz conmigo mismo y eso vale su peso en oro.

Si te reconoces en mis palabras quizá sea porque te extrañas un poquito a ti mismo.

 

Entonces podrás saber: No estás equivocado. No estás solo Y podrás regresar.

 

Muy lentamente. Muy suave. Todo vosotros.

bottom of page